El mercurio está en la atmósfera y en el océano, los microorganismos lo transforman en metil mercurio, las algas marinas lo utilizan y los peces se alimentan de ellas, así el mercurio se concentra en los peces…
El papel del ácido graso omega 3 poco a poco ha sido explicado en la prevención de enfermedades cardiovasculares, e incluso, hay evidencias de que el aceite de pescado ofrece un papel cardioproctector.
En un estudio controlado, Burr y colaboradores mostraron que pacientes con infarto al miocardio presentaron una reducción de la mortalidad de un 29% al consumir durante dos años pescado tres veces por semana. En contraste, pacientes que sólo consumieron alimentos altos en fibra pero bajos en grasa, su índice de mortalidad no tuvo cambio alguno.
Investigaciones avaladas por la Asociación Americana del Corazón, han manifestado los beneficios cardiovasculares del aceite de pescado y en general el consumo constante de pescado de agua fría, el cual es una excelente fuente de ácidos grasos w-3. Este efecto cardioprotector de los ácidos grasos w-3 es notable si el consumo de pescado y del resto de los alimentos que lo contienen es cotidiano.
En un estudio que incluyó a 18 mil pacientes con hipercolesterolemia, mismo que tuvo un seguimiento de cinco años, se les dividió en dos grupos. El primero de ellos consumió 1800 mg/dl de omega 3 y estatinas; al segundo grupo solamente le fueron proporcionados los fármacos. El resultado observado en el primer grupo fue una reducción en los eventos cardiovasculares en comparación con el grupo control que solo recibió estatinas.
El mercurio metileno no es soluble en grasa, por lo que no se encuentra en los tejidos grasos. El metileno de mercurio es neurotóxico, como demostró un estudio hecho en Irak pues el consumo de alimentos contaminados por un fungicida que contenía mercurio de metileno ha dado como resultado retraso mental en niños e incluso microencefalitis.
La concentración de metileno de mercurio contenido en el pescado se incrementa cuando un pez se alimenta de otro. Los pescados que no son predadores, como la sardina o el salmón, poseen bajos niveles de mercurio. En contraste, los predadores poseen altos niveles de mercurio. Algo que se conoce y que esta en debate, es que el metileno de mercurio por sí solo es neurotóxico, pero no existen evidencias contundentes de que este elemento cause daños neuronales a los humanos.
En las islas Feroe, se realizó un estudio en infantes durante 14 años. El estudio examinó el desarrollo del sistema nervioso central en los niños de madres que cotidianamente consumen todo tipo de pescados. Este análisis mostró la correlación entre los altos niveles de mercurio de la madre durante la etapa prenatal y las alteraciones del sistema nervioso del infante.
En contraste, en las islas Seychelles, en mujeres que consumen 12 tipos de pescados a la semana, no influye negativamente en el desarrollo del sistema nervioso de los infantes, pero en cambio existen residuos de mercurio en el cabello de los habitantes de la isla, en comparación con la población de Estados Unidos.
Con base en esta observación, la interrogante de hasta dónde el consumo de pescado es recomendable aún no está totalmente clara, así como la cantidad de metileno de mercurio que causa esta toxicidad. En cambio, lo que se sabe es que pescados como la sardina, el salmón y el cangrejo, poseen mínimas cantidades de mercurio. Otro potencial contaminante en el pescado es el dióxido y el policlorato pues incrementa el riesgo de cáncer, pero se ha demostrado que el contaminante por sí solo, no es un factor determinante del desarrollo de cáncer.
Referencia informativa: Nature Clinical Practice Gastroenterology & Hepatology, April 2008, Vol. 5, No. 4, JAMA 2006, 296:1885-1899